martes, marzo 13, 2007

El (D)ecosistema se acaba


Fue bonito mientras duró, escribí el día que Samuel Eto’o descargó su rabia en público. Lo dije porque creí sinceramente que aquél bombazo se cargaba los equilibrios internos del vestuario. Sigo creyéndolo (que fue bonito mientras duró), aunque reconozco de antemano que puedo estar totalmente equivocado. Pero el paso de los días aporta matices enriquecedores a la situación. Por ejemplo, que aquél bombazo sólo aceleró una situación que ya se había degradado. El ciclo de este vestuario ha terminado, pero cuidado: ¿qué significa fin de ciclo? No creo que signifique fin de éxitos, ni tampoco necesidad de traspasar a quince jugadores. Fin de ciclo de este vestuario significa, para mí, el final de la actual correlación de fuerzas, de los equilibrios internos. Podrán llegar títulos, goles fantásticos, exhibiciones y gran juego, pero el ciclo puntual de este vestuario ha terminado, porque nada volverá a ser igual. Será distinto.

En el vestuario del Barça están pasando muchas cosas aunque se aparente que no, aunque Xavi y Puyol, los pacificadores, anden por ahí diciendo que todo está bien. No está bien y están pasando muchas cosas. La principal, que los equilibrios están cambiando. Gudjohnsen no es un loco. Si ha salido diciendo lo que ha dicho no es por casualidad o malentendido idiomático. Conocía el momento oportuno y usó las palabras adecuadas, que no han sido desmentidas en lo esencial. Valdés y Xavi han replicado sobre compañerismo y amistad, pero no han desmentido ni un solo término respecto de la falta de trabajo y sacrificio colectivo. Ayer mismo, Rijkaard ha dicho algo parecido, en una magnífica entrevista en el diario “Avui”, pero con palabras mucho más sutiles que el islandés. Aunque con fondo similar.

Eto’o utilizó artillería pesada para decir lo que antes apuntaron Edmilson, Zambrotta y alguno más con la boca pequeña. Que el statu quo instaurado no daba para más. Que el ecosistema del vestuario debía modificarse en bien de la continuidad exitosa del grupo. Que el (D)ecosistema había llegado a su final. Porque lo que existía en el vestuario del Barça no era un simple ecosistema (sistema dinámico formado por una comunidad, su ambiente y sus interacciones, Wikipedia). Era un (D)ecosistema, el ecosistema que poco a poco acabó implantando Deco.

Se le puede poner fecha a la implantación formal del (D)ecosistema. Ocurrió entre la tercera y la cuarta semana de noviembre de 2005, cuando el Barça encadenó un prodigioso 0-3 en el Bernabéu (19 de noviembre) y tres días más tarde certificó la primera plaza de grupo en Champions frente al Werder Bremen (2-0, 22 de noviembre) que en teoría le evitaba un cruce de la muerte en octavos. Fue en esos cuatro días gloriosos y memorables cuando los equilibrios internos del vestuarios se balancearon definitivamente a favor de Deco, el líder auténtico del equipo, el hombre que siempre estaba allí cuando había que dar un grito, imponer el carácter o levantar un partido negativo, jugador inmenso, imprescindible, decisivo cuando ha estado al cien por cien. En esas fechas, Deco, portavoz de Ronaldinho para los asuntos serios, como Motta lo ha sido para los jocosos, ganó un pulso: no habría stage navideño en Perelada, como la temporada anterior. Y en esa decisión nació el (D)ecosistema y se impuso otra forma de hacer las cosas. La del dolce far niente.

¿Qué ocurrió en Perelada en enero de 2005? Sucedió que el Barça, con Deco, Eto’o y Larsson recién fichados, había concluido segundo en su grupo tras el Milan y el sorteo le emparejó con el Chelsea cuando ya eran cuatro las víctimas de los ligamentos cruzados y el equipo empezaba a disponer sólo de una docena de jugadores plenamente útiles. Entre Rijkaard, Ten Cate y Seirul.lo plantearon la siguiente estrategia: vacaciones largas en Navidad (12 días) para la recuperación psíquica y a continuación microciclo de carga física en Peralada del 4 al 7 de enero. Cuatro días de sesiones dobles, fuerte entrenamiento para cargar las pilas ante el reto duplicado de Liga (líder con 10 puntos de ventaja en ese momento) y Champions. Aquella propuesta sentó mal a varios jugadores, que no querían separarse de sus familias en las festividades de Reyes, y aún peor cuando a la salida del stage se recibió una fuerte paliza en Villarreal (3-0) atribuida al cansancio acumulado durante el microciclo de entrenamiento.

El cansancio era cierto, pero sólo era un pequeño riesgo que Rijkaard estaba dispuesto a correr si a continuación llegaba la mejora de la condición física como le prometió Seirul.lo. Y, por supuesto, llegó. El Barça encadenó doce jornadas consecutivas invicto, salvo por la clásica derrota frente al Atleti en el Camp Nou. Y pese a jugar con apenas doce futbolistas (los titulares más Iniesta) demostró un estado de forma excelente. Cayó en Champions ante el Chelsea, es cierto, pero remontando un 3-0 en Stamford Bridge y acorralando a su rival a base de fuerza y resistencia. Rijkaard y Seirul.lo tenían razón en su estrategia de preparación física, pero en la siguiente temporada perdieron la misma batalla porque los héroes estaban crecidos.

En noviembre de 2005, tras vapulear a Madrid y Werder, el Barça de Ronaldinho y Deco estaba en la gloria absoluta y Rijkaard cedió. No habría stage navideño en Peralada, pero se mantendrían las largas vacaciones. Y siguió cediendo en otros pequeños detalles, no sólo atribuibles al trío Deco-Ronaldinho-Motta, pero sí principalmente, en especial cuando el doblete Liga-Champions dio aún más alas al (D)ecosistema y su consiguiente molicie y relajación. Tras lo del stage llegaron las sesiones de gimnasio post-partido, las ausencias por compromisos personales, la titularidad obligatoria de algunos jugadores, la suplencia de otros, el incumplimiento flagrante de todos los microciclos específicos de carga preparados por Seirul.lo y así hasta el estado actual por todos conocidos. En paralelo, Puyol, Valdés, Zambrotta, Iniesta, Thuram y una larga lista siguen llegando pronto y entrenan a nivel altísimo, mientras Eto’o continúa a diario con sus dobles sesiones. Y quien alza la voz es marginado (Gudjohnsen. Edmilson) o simplemente traspasado a precio de saldo (Van Bommel).

Lo ha dicho Rijkaard con mucha más diplomacia que yo al referirse a las polémicas del vestuario esta temporada: “Son cosas bastante normales en una plantilla que trabaja junta desde hace cuatro años. Han tenido éxito y en este sentido ha cambiado alguna cosa. Hace tres años, desde el número uno hasta el 22 ayudaban. Ahora hay algunos que dicen: “Sí, queremos ayudar, pero hace demasiado tiempo que no jugamos tanto como querríamos”. Son cosas que no me sorprenden. Dadas las circunstancias aún podemos decir que hay una buena mentalidad y espíritu en el vestuario (...). En cuatro años ha habido ejemplos mucho más graves que los de esta temporada (...). No me preocupa mucho, pero sí que de vez en cuando hay que reaccionar...”. (Diario “Avui”).

Señores, el (D)ecosistema se acaba. Ese es el auténtico fin de ciclo de este vestuario. La cuestión no es la lista de bajas (por cierto, no estoy planteando vender a Deco), ni siquiera la de altas, sino el finiquito de un precario sistema de equilibrios que desde hace exactamente quince meses y medio ha ido degradando la capacidad de sacrificio, entrenamiento y lucha del colectivo a favor del relax y el dolce far niente con el resultado que tenemos a la vista: un equipo poco entrenado, nada trabajado y muy adocenado, con varios jugadores incapaces de resistir noventa minutos a pleno ritmo, poseedor del mismo talento que en años anteriores, pero sin la capacidad para desplegarlo en toda su dimensión.

Mientras se mantuvieron los efectos benéficos del trabajo efectuado en las dos primeras temporadas de Rijkaard, el Barça lo ganó todo porque ese talento genial se desplegó desde una base física y de automatismos ejemplar, base que apenas existe ya. El ecosistema instaurado a partir de noviembre de 2005 acabó con esa base y ha llegado la hora de finiquitarlo. De hecho, Rijkaard ya lo está haciendo. Aunque va a necesitar más ayuda que las de Eto’o o Gudjohnsen y seguro que lo hará a su estilo, lento y suave, sin estridencias ni urgencias. En su día y no ahora mismo. Pero están pasando cosas.

Fotos: AFP - Getty - Marca - FC Barcelona.com - Sport - EFE.